Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

¿No es curioso?

Quiero decir, sólo hasta que aparece un milagro, se determina que Dios es poderoso. Nada de lo común es válido, se deben ver cosas inexplicables para que lo divino flote. ¿Es que acaso sólo los actos de circo nos conmueven?

O de pronto es que los pequeños milagros que ocurren cada día cerca de nosotros ya no cuentan. Sólo creemos en levitación, multiplicación de panes, curación de enfermos y cuando ya nadie se sorprenda les damos la resurrección de los muertos.

Pero esto es sentar un precedente un poco peligroso. Y es que ya nos había pasado cuando el pobre Moisés se fue dizque a traer las tablas de la ley. Cuando volvió el pueblo estaba entregado a fiestas paganas y solamente volvieron en sí cuando se les efectuó un milagro y se les dió tres días para que la borrachera pasara su efecto.

La verdad es que estamos predispuestos a ver milagros de gran envergadura. O sea, que se abriera el Mar Rojo fue increíble, pero para mañana ya será historia y debemos tener preparados trucos nuevos.

Pero dejémoslo así por ahora. El punto es que la gente ya se preguntaba hasta dónde llegaría este niño sabiendo que el Señor estaba con él.

Buena pregunta. Esperemos que también nosotros encontremos la respuesta muy pronto.

Cántico de Zacarías.

Encontramos ahora unos nuevos cánticos. Antes fueron los de María en los que debí confesar que no recuerdo haberlos leído. Ahora encontramos que también Zacarías gusta del canto. Escuchémoslo para alegrar nuestros oídos y de pronto encontrar algo que nos enseñe quién era él o quién era el que escribió sobre él. Oído atento por favor.

67 Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo y profetizó diciendo: