Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

70 como había prometido desde antiguo, por boca de sus santos profetas,

Así que ya se sabía que vendría una fuerza salvadora a este pueblo descendiente de David.

Ahora, si ya se sabía que vendría una fuerza salvadora, era porque estaban mal desde hacía tiempo. Es decir, si estuvieran bien, ¿Para qué se necesitaría de tal fuerza salvadora?

Y esto se parece mucho a la memoria de la gente que siempre parece recordar a los tiempos pasados como tiempos mejores y que comparados con el momento actual, siempre los hacen parecer mal. Tan mal que se requiere de una fuerza salvadora que nos redima.

¿Será que somos una civilización llena de quejas que en nuestro clamor, pedimos una fuerza salvadora que nos traiga la felicidad que no podemos crear nosotros mismos?

Pero si somos personas llenas de quejas, de nada nos va a servir la felicidad que ansiamos; porque, en nuestra costumbre de sufrir, encontraremos causas para seguir llorando.

Fíjense en el Mesías. Y debo confesar que me estoy adelantando, pero es que la situación lo amerita. El Mesías llega con todas las señales profetizadas, el pueblo sufre. (Como siempre) ¿Y nos alegramos un poco?, ¡Claro que no! Ni siquiera lo detectamos y como no es lo que esperamos, lo colgamos para que no se burle de nuestro dolor.

Merecido se lo tiene.

Desde luego que una vez muerto ya no corremos riesgos que nos lastime, le cambiamos una que otra idea y lo proclamamos nuestro salvador. Por supuesto que le oramos y le dedicamos nuestro sufrimiento.

¿Sufrimiento?

¡Sí!