Lucas, Teofilo soy yo
A no ser que tomemos a Lucas como testigo, pero Lucas no había nacido cuando Gabriel se apareció, o como mucho, sería un bebé. Así que lo eliminamos de la silla de los testigos.
Pero de nuevo nos vuelve a inundar de detalles importantes. Es como si el evangelista tuviera el propósito de hacernos creer que todo es cierto porque hay detalles. ¿Con qué propósito?
Volvamos a mi historia del mago.
Un mago nos dará información que parece vital. Y esta información que en su momento es importante, se torna sin importancia una vez el conejo aparece, o la mujer es cortada por la mitad. Toda la información que se nos da es simplemente para distraernos. El mago es un psicólogo que nos conoce exactamente. El mago sabe cómo trabaja nuestra mente. Sabe que si nos dice “mucho silencio que esta mujer podría salir lastimada”, nuestra atención queda atenta a lo que está pasando, porque aunque no queremos que nada le pase a la modelo, si queremos ser testigos cuando ‘algo’ ocurra. Y mientras nosotros nos fijamos en lo que está pasando, el mago está haciendo algo que nosotros no detectamos y que será el clímax de su acto. Una vez concluido el acto y la mujer sea de nuevo conectada a ella misma, entonces habremos olvidado las primeras palabras que nos dijo el mago, porque la impresión es demasiado para nuestro razonamiento. Aquí el mago utilizó ‘detalles’ que él hizo parecer importantes, pero que a la larga no cambiarían en nada lo que iba a pasar. Sólo que nosotros fuimos despistados.
Y traigo la historia del mago, para recordarlo cuando Lucas nos dé tanto detalle que es imposible de comprobar y que, a la larga, no nos sirve de mucho.
Por ejemplo; ¿De qué nos sirve saber que fue en el sexto mes? No de mucho, pero de pronto nos sentimos importantes siendo conocedores de eso.
Ahora también sabemos que fue en Nazaret que además, si alguien tiene dudas, se encuentra en una provincia llamada Galilea. Muchos detalles en una sola oración. No quiere decir que sea falso. Es más, podría ser totalmente cierto. Sólo mantengamos los ojos abiertos para poder detectar cualquier movimiento.