Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Tal vez Gabriel recordaba aún que el futuro de la creencia dependería de una mujer, por eso se tomó la paciencia de explicarle a María lo que iba a suceder mientras que al pobre de Zacarías lo fue dejando mudo por alevoso.

Pero aquí Dios cambia de táctica. Si antes se inclinaba por tomar mujeres avanzadas de edad y estériles, ahora se fija en una joven virgen.

¿Por qué?

¿Acaso se dio cuenta que estaba siendo predecible?

O acaso la verdadera liberación de la mujer empezaría con María. Con una joven a la que pondría en la peor de las situaciones. Iba a quedar embarazada cuando se le creía virgen y peor aún, cuando había un hombre que ya la esperaba en matrimonio.

Ahora todo estaba en manos de María.

Siendo María una madre soltera, jamás se podría casar. Ningún hombre con sentido de la prudencia la tomaría. Moriría de hambre en algún camino. No podía estar más abajo.

Ahí estuvo María en cuanto un hijo se concibe dentro de ella sin que se le pida consentimiento.

Así nos dice Lucas que empieza la vida de Jesús, un niño que nacería de lo más bajo. Empezaría su vida en el vientre de una mujer en el mismo borde de la desesperación. ¿Cuál sería la verdadera posibilidad de que aquella madre y aquel niño sobrevivan? Y no sólo que sobrevivan sino que de acuerdo a Gabriel, este niño se conozca como el hijo de Dios.

¿No será que Dios ya sabe que para poder subir se debe estar abajo?

Porque… ¿A dónde se puede subir cuando estás arriba?

Así que Dios la hace completa. Genera el único milagro que impresiona: crear la vida y lo pone en el vientre de una mujer a la que la sola noticia la pondrá abajo. Tan abajo que ya no podrá bajar más. La subida está asegurada.

37 porque no hay nada imposible para Dios.»