Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

¿Qué tal que les enseñe a solucionar sus propios problemas y conflictos?

Entonces estaré cumpliendo mi promesa. ¿Qué promesa?

Volvamos a repetir la promesa de los profetas antiguos: …que nos salvaría de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian.

Esa misma promesa se las podemos hacer a nuestros hijos y si los educamos, los estaremos protegiendo aún cuando ellos vivan en otro continente, aún cuando llegue el día en que no estemos con ellos.

Y si nuestros hijos saben de la promesa y son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta que recibieron las herramientas necesarias en forma de educación, para que se mantengan protegidos de sus enemigos y aquellos que los odian no los puedan tocar.

¿Va a salir algún defraudado?

¡Claro!

Va a salir defraudado el que esté esperando que yo llegue fusil en mano con una legión de elefantes dispuesto a defenderlo y además que lleve la esperanza que yo me muera y en mi testamento le deje una fortuna que le permita vivir sin tener que trabajar.

Pero ese hijo mío que nunca me vea llegar a defenderlo, sentirá que no lo quiero. Y si me muero sin dejarle riquezas, se sentirá defraudado y en algún momento me negará. Días después dirá que nunca existí y todo fue una leyenda. Dios lo defraudó. Amén.

Y así mismo estaban los descendientes de David (que somos todos) esperando un guerrero que llegó con el lema: Amaos los unos a los otros. Y ya sé que me adelante pero esta es la ventaja de ser yo el escritor. Pongo las reglas y después me invento la forma de romperlas. Ustedes siguen leyendo y seguimos todos en paz.

Pero el Mesías los decepcionó. ¿Qué es eso, (preguntamos nosotros) de que había que entregarle la túnica al que la pidiera?