Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

José, el esposo de María, debería ser declarado santo. (Si no lo es ya) Porque le tocó como esposa a una mujer que no pensaba como ninguna mujer a la redonda. Debería ser terca hasta la muerte. Pero de esas tercas que ni siquiera discute si tiene razón o no. Simplemente se callaba y actuaba. Me la imagino inventándose juegos para entretener a Jesús en la cuna y mientras el niño se reía no se daba cuenta que una nueva educación estaba recibiendo.
Cuando María acabara su trabajo, el nuevo hijo no podría ver a una mujer de la misma manera que su abuelo vio a María. El las vería iguales, fuertes y vitales. El título primogénito, moriría con él porque en lo sucesivo ya no tendría mérito ser primogénito. Ahora tendría que ser justo para estar en este nuevo pacto y como lo diría Juan el Bautista años más tarde: El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tenga nada. 

Jesús sabía que los perseguirían por mencionar su nombre. María también lo sabía porque más que clarividente, María sabía que la revolución que estaba por empezar iba a ser dolorosa. No sería ella la primera mujer que se beneficiara por el cambio. Si algo tenía en claro, era que ella pagaría un alto precio. En algún momento le tocó decidir entre su bienestar o el de todos los demás y optó por hacerse a un lado, María optó por entregar a su hijo a la humanidad. 

23 Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. 

Como ya lo he dicho antes, Jesús era un conocedor de las escrituras. Nos lo da a conocer, sin la arrogancia de los que leen mucho, sino con la humildad de los que entienden lo que han leído. Si bien es cierto que les esperan días difíciles a sus seguidores, también sabe que tendrán su recompensa. Además que Jesús basa su clarividencia en el conocimiento del pasado. Jesús sabe que antes, cuando un profeta había venido, había sido tratado mal. Ninguno se salvó del maltrato. Y Jesús lo da a saber tal como él lo ve, son los mismos padres de sus apóstoles los que han tratado mal a los profetas. 

O sea, todas las generaciones pasadas se han portado igual y Jesús no ve señal alguna que ahora pase de otra manera. Así que se ratifica aquí lo que le vimos a María. Ella ya sabe que su hijo va a ser maltratado y ni siquiera por los romanos que en ese momento dominaban el pueblo judío, del cual provenía Jesús. 

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