Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Debemos de ser egoístas por un momento y dejar de pensar que esta persona se está preocupando por nosotros. En realidad nos está diciendo el tipo de vida que esta persona lleva. Es el mundo en que se desenvuelve y las conclusiones a las que llega. Nos está mostrando el poco respeto que tiene por las mujeres sin darse cuenta que él mismo está rodeado de mujeres. 

Esto no es más que una tentación que él trae a tu casa y tú, ingenua, caes en ella. 

Debe haber otra manera de salir de allí. Miremos a nuestro maestro. Qué hubiese hecho Jesús si en el desierto, el diablo le dice: Todas las mujeres que conozco tienen su segundo esposo porque se la pasan buscando hombres. 

Ya vimos que Jesús no se toma la molestia de averiguar si el diablo tiene la razón. Ya sabemos que el diablo toma verdades para atacarte, en este caso, que las mujeres que conoce tienen su segundo esposo, pero la conclusión a la que llega es totalmente egoísta y sólo creada por él, basada en ‘verdades’ que maneja a su antojo. 

No debemos caer en la tentación y enredarnos en sus pedidos. Podemos tentarlo nosotros para que se una al grupo. Qué tal si lo invitamos a que atienda mejor a su esposa, para que unidos nos den ejemplo y él mismo se beneficie… o sea, ¿qué tan lejos puede llegar, si en lugar de utilizar su sabiduría para hacer sentir mal a sus amigos, la utiliza para promover una vida más completa a su alrededor? 

Cuando el corazón rebosa, habla la boca. 

Recordemos esto cuando nos llegue la tentación. Ya sabemos que no se está hablando de nosotros, sino que el mismo diablo no se aguanta más y nos muestra lo que lleva adentro. Está en nuestras manos. 

Cada vez que el diablo nos tienta, se expone a que nosotros lo tentemos. Es como la puerta de la que hablaba antes, cuando tú juzgas, abres una puerta por la que tú mismo puedes ser juzgado. 

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