Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Si no crees y la humildad no es tu rasgo más fuerte, no importa sigue leyendo porque esto funciona igual para todos.

Solo que los que creen, son los invitados a la fiesta y los que no creen, son los sirvientes. Tu eliges. 

Y ahora sí, sin más titubeos, vamos al primer día en donde aprenderemos a pedir de una vez y para siempre. 

Solo que para ello debo hacer un paréntesis e informarles que dejaremos a Lucas por un momento. 

Aclarado este detalle, nos sumergimos en el día más importante de nuestra vida: Nuestro primer día y su lección de cómo pedir para recibir. 

Génesis, capitulo 1, versículos 1-3 

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. 

Ese fue tu primer día. 

Y si no te acordabas o no lo sabías, Ahora lo sabes. 

Los incrédulos se rascan la cabeza cuando leen una cosa de estas. Nada de malo con ello. De hecho si te pica alguna parte de tu cuerpo, ráscate. Es tu cuerpo, nada te lo impide. 

Ese fue tu primer día. 

Pero aunque no creas, pues, recuerda que aquí estamos viendo esa escena porque vamos a aprender a pedir. Ojos y oído atentos. 

¿Ya aprendiste a pedir? 

¿Aun no? 

Ok. Los que ya aprendieron a pedir, pueden tomarse un descanso que lo que viene, es solo para los que también son ciegos. 

¿Se dieron cuenta como pide Dios? 

¡Claro y directo!

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