Lucas, Teofilo soy yo
Pregunta: ¿Entonces no podré volver a ofrecer un café o dar una moneda?
Créanme que a veces esto de explicar es doloroso, sobre todo si nadie me ha pedido explicación y yo insisto en darla. Ahí voy.
Cuando tú seas capaz de ver lo hermoso que eres. Vas a darte cuenta de algo más: Que todos somos hermosos y entonces viene el siguiente paso que consiste en ayudarle a tu hermano a crecer, no a bajar.
No te preocupes, que para bajar somos expertos.
Así que cuando veas un pordiosero, para, piensa, recuerda, cree.
Ya con más práctica solo cree.
Y entonces vas a ver algo más: Es tu tarea tomarlo de la mano y ayudarlo a crecer. Crecer de una manera honorífica.
Crecer de una manera que cuando tú te alejes, el pordiosero, ahora convertido en abogado, se diga a sí mismo: Yo me superé.
Eso es éxito.
Pero en cambio, si el pordiosero se convierte en abogado y dice: yo soy abogado, porque está persona me hizo abogado, entonces estaremos en problemas.
¿Lo ven?
Está claro.
El que brilló fuiste tú y no él.
Así que cuando das un café sólo por sentirte bien, tú estás siendo corrompido porque estás pensando en brillar tú, a costillas de tu hermano que no tiene donde dormir.
Eso es maldad en su máxima expresión.
Y disfruta tus dos minutos de sonrisa porque ahora habrá pasado algo bien interesante: has demostrado no creer y has creado miseria.