Lucas, Teofilo soy yo
Es por eso que cuando vas al primer día, aprendes a pedir, te ves hermoso, ves a todo el mundo hermoso incluido tu ex-enemigo, incluido el perro que ya no mimas, incluido el árbol que antes no veías.
Es que eso fue colocado allí para hacerte la vida más placentera.
Si ven ahora por qué Jesús exclama: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros?
Es increíble que haya tanta belleza y todos hayan decidido arrancarse los ojos y ahora gritan que no hay nada que ver.
Y no es desesperación la que tú ves en Jesús. Cuando tú ves la belleza, el desespero no tiene cabida en tu vida. Es otra seña que nos delata.
Ni te imaginas las cosas de ti, que gritan que eres un incrédulo más, y ni te molestes por tener cadenas con crucifijos de oro o templos inmensos. Son tantas las señas que no crees, que hasta el mismo crucifijo te delata.
Y como siento que este versículo está completo, déjenme decirle que disfrute mucho escribiéndolo. Ni te imaginas las cosas que yo aprendo.
Porque esto de escribir es algo tan hermoso. Yo no tengo lo que escribo en la cabeza. Nada de eso. Yo simplemente escribo y ya... y aprendo tanto. Y por eso les voy a decir algo: estaría siendo grosero si no les digo aquí mismo, que siento la presencia de cada uno de ustedes, aunque en el momento en que escriba ustedes ni sepan que yo existo, pero siento su presencia, eso me anima a escribir y es por eso que me siento feliz.
Y claro que eso solo lo obtengo por pensar en ustedes.
Si algo que lean aquí, les sirve, tómenlo y ahora es suyo.