Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Empieza con algo fácil y luego va subiendo el precio.

En este sentido es como un vicio. Como una droga que primero la aspiras y te da risa, luego más risa, luego no puedes parar de reír y luego lo has perdido todo. El diablo no prende el primer cigarrillo por ti, sólo te da la idea y tú decides. Decides tomar esa ‘grandiosa’ idea que a nadie le hace daño o la eliminas por inofensiva que parezca. El diablo es la tentación. En realidad el diablo no es todo lo poderoso que parece. No tiene el poder de crear o destruir. No comienza nada y no termina nada. Sólo da ideas. Sólo tienta. Sólo trata de confundir. Es el borracho que te sirve una copa de licor que te hará más feliz y lo primero que tú haces, no es recibir la copa. Lo primero que tú haces es recibir la idea y luego aceptarla. Tomas esa idea y la conviertes en tuya. Y luego hacemos lo que mejor sabemos hacer y es crear neblina. Levantaremos la historia de nuevo y hasta diremos que fueron nuestros amigos los que nos dañaron la vida o que el diablo nos acabó. Nada de eso. El diablo no es capaz de levantar una copita de una mesa. Es incapaz. Somos nosotros los que tenemos la energía y el poder, pero utilizamos esa energía en tentaciones, en el camino fácil y luego culpamos a todo el mundo.

Es más, hasta me da lástima con el diablo que lo culpan de todo. Y fíjense cómo lo trata Jesús… con paciencia, sin rabias ni empujones. Sólo le contesta con la verdad y con respeto.

Claro que es difícil contestarle con la verdad cuando nosotros no tenemos idea cual es la verdad ni que es lo que queremos. Jesús aquí no sufre de indecisiones. Si utiliza la palabra ‘pan’ es para decirle que eso no es lo vital, si utiliza la palabra ‘adorar’ es para recordarle que sólo a Dios se le adora y lo hace de una manera firme. Ahora es el diablo el que está siendo tentado.

¡Infeliz!… Que coma de su cocinado.

Pero… Si este es el reino del diablo… ¿Qué estamos nosotros haciendo aquí?