Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Con esto destruyó al diablo. Fijémonos aquí que el diablo no le lanzó fuego, ni piedras ni traía más diablitos para apoyarlo. Nada de eso. Nada que nos impida salir de noche o de encerrarnos en nuestras casas. Nada. El diablo es indefenso. No tiene poder. 

Mejor dicho, sí tiene poder: El que tú o yo le demos cuando caigamos en tentación. 

Cuando tu vecino viene a hablarte mal de tu hermano utilizando ‘verdades’, es una tentación. Es un juego que tu vecino te propone con reglas que él se inventó para beneficio suyo. 

Debes reconocer en el acto de qué se trata el juego. Saber que el único propósito es hacerte perder y hablar mal de tu hermano y hundirlo con la idea que al hundirse tu hermano, te elevas tú. Falso. Se hunden todos. Así que alguien tiene que flotar. O sea: ¡TU! 

Pero no vas a flotar si no estás preparado, si no sabes que la tentación va a venir y debes estar preparado. 

Y es posible que de eso se traten las nuevas reglas de vivir. Jesús viene a enseñarnos a defendernos del diablo. “Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo, porque, si lo hace, desgarrará el nuevo, y al viejo no le irá el remiendo del nuevo.” 

¿Estará Jesús diciéndonos que ahora tenemos nuevo vestido?

Debe ser eso, ya que la educación que él nos provee con su ejemplo es un vestido nuevo que nos da protección. 

37 «Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los pellejos, el vino se derramará, y los pellejos se echarán a perder; 38 sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos nuevos. 39 Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice: El añejo es el bueno.» 

Este versículo es increíble. Aquí Jesús nos dice exactamente cómo vamos a poder vivir con su mensaje.

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