Lucas, Teofilo soy yo
37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
Y aquí Jesús nos va indicando cómo convertirnos. No es con bautismo, es con la acción. Mejor dicho: La acción es tu bautismo.
Juzgar se convierte en una puerta en tu vida. En cuanto tú abres una puerta de tu casa, no sólo puedes salir, sino que por esa misma puerta se te pueden entrar. ¿Ves?, la misma puerta sirve un doble propósito. Es que incluso cuando con mi mano señalo a alguien, voy a tener tres dedos apuntándome a mi.
Si condenamos, nos condenarán.
¡Desde luego!. Es que todo lo que hagamos nos será aplicado. Y no podremos negarnos o llamar injusto el castigo porque sólo estaremos declarando que nosotros mismos fuimos injustos.
Y al perdonar, sólo nos estaremos asegurando que el perdón nos llegará. Es más fácil de lo que parece. Y ya lo decía él mismo hace un momento: “Y tratad a los hombres como queréis que ellos os traten.”
38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»
Jesús tiene la tendencia a repetir desde varios ángulos. Es claro y conciso. No se puede decir que no se le entendió porque es simple.
De seguro había leído mucho. ¿Dónde pasó su niñez?
No dudo que en cuanto María perdió su primogenitura, se dedicó a pensar…
¿Por qué me tratan mal por ser mujer?
¿Por qué no me dan mi primogenitura?
¿A quién se le ocurrió que fue Eva la que incitó a Adán a pecar?
¿Por qué ser mujer es tan malo?
Indice
Introducción
El Evangelio según San Lucas
Capítulo 1
Nacimiento y vida oculta de Juan el Bautista y de Jesú
El ángel del Señor y Zacarías
La Anunciación
También Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo
Capítulo 2
Pacto con Abraham
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12