Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Y después de los padres, la escuela, el barrio, la sociedad total que impone sus reglas y acuerdos y el niño como no sabe nada mejor, simplemente se deja llevar sin nunca cuestionarse si está bien o no. Y cuando a veces se descubre que no es lo más ético, simplemente seguirlo haciendo porque “todos lo hacen”. Hemos perdido la honestidad. 

Así que cuando una de mis hijas sea capaz de descubrirse en el error y parar, analizar y tomar un nuevo rumbo, en contra de sus maestros (incluido yo) será el comienzo de una nueva vida. De seguro una persona así, afectará a muchas más y eso es lo que se necesita, personas que levantan la cabeza y empiezan a pensar por sí mismas. 

Así que hay que descubrir qué clase de maestros tuvimos y en qué clase de maestros nos convertimos. 

40 No está el discípulo por encima del maestro. Será como el maestro cuando esté perfectamente instruido. 

Aquí Jesús llama a la sabiduría, a la humildad. Cuando esta hija mía se dé cuenta que su maestro cometió errores, no puede pasar por alto al maestro, porque no será más que el maestro. Y no estoy hablando de mí, estoy hablando del maestro. El maestro aquí toma la forma del maestro universal, la figura que debemos asumir. 

Aquí Jesús nos instruye en lo que se convertirá un alumno, no en un ser superior al maestro, sino en un maestro. No hay competencia, hay equipo. 

De nada serviría que mi hija descubra que su maestro era ignorante si sólo utiliza esa sabiduría para convertirse en más que otros y que su idea la coloque por encima de los demás. En ese caso estaremos peor que antes. 

Ahí vuelve a entrar María y su título de primogénita y su proyecto de educar a Jesús en forma diferente. María no quiso estar por encima del hombre, no quiso que su hijo defendiera más a la mujer que al hombre, no quiso rebajar a uno u otro. Es que María entendió que ya hombre y mujer estaban rebajados por comportarse como lo hacían. 

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