Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Ya sabemos que Jesús sabe las escrituras. Sabe todo lo que se ha escrito y no tiene duda de su mensaje. 

Y es Jesús mismo el que nos dice que Juan el Bautista es el que nosotros sospechábamos que era: la voz que clama en el desierto. Y además nos dice claro que es él, el que sería enviado. 

28 «Os digo: No hay, entre los nacidos de mujer, ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él. 

¿Qué quiere decir esto? 

Vamos a ver. Juan es el mayor entre todos los que han nacido en la tierra. ¿Por qué? 

Porque cree en Dios. 

OK. Hasta aquí vamos bien. (Eso espero) 

Y sin embargo es el más pequeño entre todos los que están en el reino de Dios. ¿Por qué? 

Porque todos los que están en el reino de Dios tienen algo en común. Todos creen. 

Ya sabemos que Juan cree, eso lo pone muy cerca, pero Juan pregunta, Juan tiene dudas. Eso hace que los que ahora están en el reino de Dios estén por encima de él. 

Y no que preguntar este mal. Al contrario, las preguntas nos exaltan, nos hacen crecer, sólo que hacer preguntas es la señal que aún no hemos llegado. 

No quiere esto decir que debemos de dejar de hacer preguntas y enceguecernos a defender una idea que no entendemos. Es sólo que algún día cuando la entendamos, ya no tendremos preguntas, porque ya lo sabemos todo y al saberlo todo, no más preguntas y cuando ya no haya preguntas, estaremos por encima del mismo Juan el Bautista que aunque cree, aún necesita confirmación. 

Pero no se trata de una apuesta, de una competición para estar por encima de éste o aquél. No se trata de estar por encima de Juan, sino de llegar al mismo punto que Juan, pero con la convicción total. Igual que el centurión que no necesitó que Jesús llegara a su casa para que la salvación tocára a su siervo.



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