Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Parábola del sembrador. 

4 Se iba reuniendo mucha gente, a la que se añadía la que procedía de las ciudades. Les dijo entonces en parábola: 5 «Salió un sembrador a sembrar su simiente y, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada y las aves del cielo se la comieron; 6 otra cayó sobre piedra y, después de brotar, se secó, por no tener humedad; 7 otra cayó en medio de abrojos y, creciendo los abrojos con ella, la ahogaron. 8 Y otra cayó en tierra buena y, creciendo, dio fruto centuplicado.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.» 

¿Necesito analizar esto? 

Desde luego que no necesita de mi ayuda para ser explicada, pero recordemos algo. ¿Se acuerdan que todo este análisis empezó para descubrir quién fue Lucas? 

Pues a mí se me olvidó hace rato. Parece que Lucas pasó a segundo plano hace rato. Como debe ser, ya que se suponía que él iba a hablar de Jesús, no de él mismo, como cuando empezó a darnos veinte generaciones hacia atrás pasando por el nombre del perro y otros detalles increíbles. Pero de pronto su historia pasó a otro plano. Ya el evangelista se perdió detrás de su pluma y ahora sólo nos narra anécdotas de este Jesús, que él nos quiere presentar. 

Y ya que dije eso, debo volver a preguntar: ¿tengo que analizar esta parábola? 

Claro que no, pero como ya estoy en esto, lo haré pero solo para mí. Así que pueden pasar a la siguiente página sin leer esta explicación no pedida sobre esta parábola llamada: parábola del sembrador. 

El sembrador tira sus semillas en diferentes formas y solo la que cae en tierra buena es la que se salva y da fruto.

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