Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Debemos estar claros en algo. Uno no tiene sino un solo objetivo en la vida. Si tuviésemos dos o tres objetivos, vas a descubrir que uno de esos objetivos va a eliminar el otro objetivo. Tu vida se volverá una guerra de objetivos en donde solo hay perdedores. 

Imagínense a Jesús con dos objetivos: 

1. Entregar el mensaje.

2. Esperar que el mensaje se entienda. 

Parecen que los dos objetivos se relacionan, pero eso es solo una ilusión porque no lo son y un objetivo intentará destruir al otro y los dos van a querer sobrevivir y al final no obtienes nada. 

Porque entregar el mensaje es fácil. Desde luego debes tener en claro cuál es el mensaje. Considera que si ni siquiera sabes el mensaje que debes entregar es porque ahora tienes otro objetivo que ni siquiera reconoces. Observemos cómo vas hasta ahora: 

1. Entregarte el mensaje.

2. Esperar que tú entiendas el mensaje.

3. Aparentar confusión para no tener que responder por tus acciones. 

Así que vamos a volver a cuando solo tenías dos objetivos para no complicar el análisis. 

Entonces tu objetivo número uno es entregar tu mensaje. Sabes el mensaje y haces lo que debas hacer para entregarlo. 

Ahora vas a desarrollar tu segundo objetivo. Ahora vas a esperar que yo lo entienda. Ahí empieza tu caída porque debes saber un pequeño detalle: Yo también tengo mis objetivos y no necesariamente son iguales o parecidos a los tuyos. Agrégale a eso que no tengo la menor intención de ayudarte a que cumplas tus objetivos, y tienes más de uno. Estás en problemas.

Imagínate que yo sea olvidadizo, incumplido, perezoso, irrazonable, confundido, violento, terco, irrespetuoso o cualquiera de la gama de colores y sabores en que venimos estos hijos de Adán. No vas a tener mucha suerte conmigo.

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