Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Igual con Jesús, uno puede creer todo lo que quiera, pero cuando el viento empieza a soplar ni tendrá tiempo de dudar, simplemente saldrá corriendo abandonándolo todo. 

Nosotros podemos ver a estos afortunados discípulos, pensar que son unos desconfiados y que no se dan cuenta con quién andan, pero montémonos nosotros mismos en esa barca y pensemos… ¿Seré yo el que me quede tranquilo sabiendo que aquí conmigo va el que cura enfermos y proyecta amor... o seré el primero en despertarlo para que salgamos corriendo? 

Es una posición difícil. Especialmente en un lago en donde ni siquiera hay hacia donde correr. 

Es que pareciera que la honestidad de nuestras creencias sale a flote ante los momentos de dureza. Cuando perdemos un ojo, un brazo, un hijo. Es allí cuando en realidad pensaremos, diremos y gritaremos lo que llevamos dentro. 

Es fácil ser hipócrita en tiempos de paz. 

¿Qué seremos cuando el viento empiece a soplar? 

 

26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea. 27 Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros. 

Volvamos por un momento con Lucas. Al parecer Lucas sabía mucho de este hombre que ahora encuentra a Jesús. 

¿Cómo sabe tanto?

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