Lucas, Teofilo soy yo

Pero volvamos al comienzo. Jesús fue educado por una mujer que podía ver el futuro. ¿Cómo hacía para ver el futuro? Simplemente sabía del presente. Sabía cómo la gente pensaba y sabía exactamente cómo reaccionaría cada uno cuando ella hiciera cualquier cosa. 

Ya dijimos que ella misma fue primogénita. Ella sabía que perdería el tiempo reclamándole a su familia y a la sociedad, el poder que ella merecía por ser la primera. Entonces al darse cuenta que si pedía algo sólo sería materia de burla, que ningún juez sobre la tierra le daría ni el derecho a un juicio justo, pues se adelantó unos años, se vio ella misma teniendo una hija primogénita y ella recibiría los derechos que según ellas eran justos. 

De pronto se dió cuenta que así como ella quería una niña, también podría ser niño. 

¿Qué haré en este caso? Pensó ella. 

Excelente pregunta que fue la que transformó la humanidad. 

En ese momento, aún sin tener hijos, aún siendo virgen, María supo que no importaba si ella recibiera algo por su primogenitura. Cuando ella muriera todo se acababa. La única forma de transformar todo era transformando la forma retrograda de pensar que tenían la gente de su tiempo. Se dió cuenta que lo mejor era educar a los suyos. Educar a sus hijos, sin distinguir si eran hombres o mujeres. Sólo cuando el hombre respetara a la mujer y la mujer respetara al hombre se lograría que una mujer obtuviera lo que a ella se le negó. 

Pero algo más… 

María también descubrió que en cuanto hubiera igualdad, se acababa el cuento de la primogenitura que fue lo que empezó todo este embrollo. 

María descubre que todos tenemos derecho y que aunque un hijo nazca primero o último, seguimos teniendo los mismos derechos y responsabilidades. Allí María creció. 

De eso debió hablar María con Isabel (su pariente) e Isabel le encontró sentido al asunto. Solo un problema: Isabel está muy vieja como para tener hijos y aunque estuviera joven, es estéril. Pero María encuentra apoyo en ella.