Lucas, Teofilo soy yo
No le veo sentido a esta historia pero como se trata de analizar toda la historia tal cual Lucas nos la trae, entonces aquí va el análisis correspondiente.
En esta historia se proyecta la última parte del Padre Nuestro. Puede que el amigo necesitado del pan, haya pedido a Dios por el pan, pero de nada le sirve si se queda quieto. Va a donde su amigo y se lo pide y ya sea por la amistad o porque lo deje dormir, obtendrá lo necesitado. Así que aquí vemos la oración trabajando a tiempo completo. Hay que pedir y hay que buscar lo pedido. No encuentro más explicación, si yo hubiera sabido que me iba a encontrar pasajes tan oscuros, ni me meto en esta tarea.
Porque además hay otra cosa que yo no les he compartido: Cuando yo no encuentro la respuesta clara y no veo nada en un versículo, no es porque el versículo sea complicado, es que el complicado soy yo y además porque el versículo me está diciendo algo que a mí no me gusta y yo tengo mecanismos de escape: El sueño, la pereza, el cansancio, el bostezo, el tiempo, el dinero, los compromisos, las rabias, y siéntase en confianza de agregar muchos más y que ahora no recuerdo. Hasta la mala memoria es un mecanismo de escape.
Todo programado por mí mismo para que yo no tome responsabilidad de mis acciones.
Es por eso que yo no le veo sentido a esa historia. Pero hay algo más: en cuanto yo mismo revelo mis mecanismos de escape, sucede algo más: Ahora puede elegir entre dejarme llevar por esos mecanismos o tomar una elección que me dé poder en mis acciones.
Fue por eso que decidí analizarlo aunque no “tuviera sentido” y le descubro que después de pedir, hay que moverse que es exactamente lo que yo no quiero hacer: moverme.
Y desde luego que después que yo ismo me descubro, aún no me quiera mover, pero al moverme descubriré que eso es tan poderoso, que le da efectividad a mis acciones.