Lucas, Teofilo soy yo
Por supuesto que nadie le cree. ¿Por qué no le creen?
No es que tengan nada en contra de Jesús. Ojalá fuera tan sencillo. Es que cuando uno no cree en uno mismo, uno no le cree a nadie. Pero aquí aparece algo más interesante: Beelzebul, príncipe de los demonios.
Creían en el demonio con tanto fervor que ante cualquier muestra de un milagro, se lo atribuían a… ¿Cómo se llama?... a Beelzebul.
Y por supuesto nosotros los criticamos fuertemente, ¿Cómo se les ocurre hacer eso?
Lo irónico es que nosotros somos iguales a ellos. Nos comportamos de la misma manera y nos apoyamos en cualquier cosa para asegurarnos que los milagros sigan ocurriendo.
¿Alguno de ustedes tienen algún amuleto? Trate de encontrar una explicación a ese amuleto y va a descubrir que es la señal que no cree en lo que dice creer. Si creyera no tendría necesidad del amuleto.
16. Otros, para ponerle a prueba, le pedían un signo del cielo.
¡Claro que sí! El único problema era que ningún signo del cielo les iba a satisfacer. Ningún mago los iba a convencer porque después de cada “milagro”, le pedirían otro más, y al final, ellos sólo comprobarían lo que querían comprobar: Que el milagrito era cortesía del príncipe de Beelzebul o como se llame el tipo ese.
Y eso que hay otro lado de este asunto que no deja de ser interesante. ¿Se han hecho la pregunta de lo que pasaría si el príncipe de Beelzebul, llegara frente a ellos?
Lanzando fuego por la nariz y llevándose a todos por los cuernos o asustando a los niños con su escalofriante color rojo.
Pues a correr se dijo.
Claro que se deben estar preguntando ¿Cómo es que yo sé eso del fuego, los cuernos y el color rojizo?
Ni siquiera es invento mío. Ya quisiera yo ser tan creativo. Lo tomé prestado de los cuentos que escucho y las caricaturas que tenemos del diablo, porque hay un hecho real aquí: No existe una foto del Satanás. Nada. Cero. Sólo caricaturas.