Lucas, Teofilo soy yo

¿Cómo se aplica este ejemplo en nuestras vidas? 

¡Fácil!, el que nos ataca debe exponer su línea de defensa. En cuanto nos atacan debemos hacer dos cosas, primero protegernos y segundo descubrir por dónde es que están expuestos ellos. 

Jesús lo hace. En cuanto el diablo lo empieza a tentar, él no pierde el tiempo en pelear con él mismo, y preguntarse cómo es que se fué a hacer ayuno al desierto. ¡No!, él mira la situación y descubre que no tiene nada que proteger porque no está siendo atacado. ¿Qué importa que el diablo quiera que él convierta las rocas en pan?, El diablo tiene todo el derecho de pedir lo que quiera. Es Jesús el que por su objetivo, no se puede permitir discutir esos asuntos. 

Pero ha pasado algo interesante: el diablo se ha expuesto. Jesús lo nota al momento. Su instinto de técnico de fútbol descubre el vacío que se ha creado y hacia allá enfila el ataque. Y el diablo que no tiene un objetivo claro se ve envuelto. Jesús no discute la posibilidad de convertir piedritas por pan sino que le informa que no sólo existe el pan. 

Esto cambia todo. ¿Qué te preguntas cuando alguien te dice que no sólo existe el pan? Ahí mismo tu mente se preguntará… Entonces, ¿qué más hay? 

Y listo, el diablo queda envuelto. Está siendo tentado y ni cuenta se ha dado. Jesús lo está invitando a que mire las cosas que se pierde por estar fantaseando con pánes cuando hay mejores cosas, sólo si te atreves a pedirlas. 

¿Se dejó envolver el diablo? 

¡Claro que sí! 

Las pruebas están allí mismo en el evangelio de Lucas. El diablo dejó de insistir. Eso lo comprueba. 

¿Qué ha hecho Jesús en todo este evangelio? 

Insistir. 

Eso es lo que ha hecho. Repite su mensaje de diferentes maneras. Es un solo mensaje y a cada uno se lo dice de manera diferente, pero siempre es el mismo mensaje.

Deberías parar de leer ya o pronto estarás criticando que yo soy repetitivo.

No soy repetitivo, es que el mensaje es uno sólo y por eso se ha repetido por los anteriores once capítulos.