Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

El diablo le da un mensaje a Jesús, Jesús lo tienta y el diablo no insiste más. Podría haberle dicho que nada de malo tiene comer pan si él es el hijo de Dios. O que es mejor que se alimente porque de nada servirá un profeta flaco que no tiene alientos de hacer trucos milagrosos, pero él diablillo no dice nada. El no insiste porque no cree en lo que dice y en cuanto Jesús lo invita a pensar, su objetivo se pierde y su mente lo lleva a pensar que si no sólo de pan vive el hombre… ¿Qué otras cosas hay? 

De pronto se acuerda que él víno a tentarlo pero ya sale con otra prueba un poco más grandiosa. Ataca el ego de Jesús. Es muy posible que si a mí me ofrecen dos montañas y todo lo que yo tengo que hacer es decir que sí, que este diablito es mi benefactor, pues me veré tentado. Antes de hacer el pacto, iré a evaluar la tierrita. Calcularé qué puedo construir allí y pediré un papel notarizado. Es posible que al consultar con mi abogado, se me aconseja que pida ver las escrituras originales para comprobar que son legítimas y que el pacto es legal. Y aunque al final yo me arrepienta, ya habré perdido. Es que el error no es aceptar la oferta. El error es considerar la oferta. 

El que pierde no es el diablo por ofrecer tierras por adoración, sino nosotros que no sabemos ni en qué creemos y en cuanto alguien nos hable con autoridad, creeremos cuanto se nos diga y olvidemos que alguna vez dijimos “Padre Nuestro que estás en los cielos”. Y olvidaremos que creer en ese nuestro padre, significa creer de verdad. Tal parece que nos encantan los padrastros. 

En cuanto alguien nos ofrezca seguridad cargando una bolsa de color púrpura con diez granos de arroz (bendecidos) y una oración ‘especial’ que nos acompaña, entonces olvidamos el Padre Nuestro. Cambiamos nuestra oración por otra y ni siquiera nos damos cuenta. A veces hasta nos la ofrecen diciendo que las dos se complementan. Lo cual es curioso... ¿Cómo se van a complementar? O sea… ¿Admitimos que a nuestro Padre Nuestro le falta algo? 

O ¿Estamos diciendo que el padre Nuestro ‘está bien’ pero le hace falta un elefante con la trompa levantada para que sea más efectivo? , o que una mata de sábila no le hace mal a nadie y que además sirve para alejar a los malos espíritus.

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