Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Lo cual sería cierto porque el espíritu malo somos nosotros y ahora tenemos la mata de sábila para probarlo. 

He ahí la importancia de estar seguros. Cuando creemos, estaremos preparados para un encuentro con el diablo. En cuanto empiece el partido de fútbol con el diablito, nuestros ojos van a estar no en el campo del juego sino elevados. Vamos a ver el partido desde arriba. Entonces vamos a ver todos sus movimientos. Veremos al arquero y su defensa. Su zona central y la delantera. En cada momento podremos ubicar su zona más frágil. Y por ahí lo atacaremos. O mejor dicho: Por ahí lo tentaremos. Por la puerta que él abre creyendo atacarnos, será por la misma puerta donde nosotros dejaremos nuestro mensaje. Es que cuando abrimos la puerta y nos vemos, él se expone. Nosotros no. Si creemos en lo que Jesús dice, no hay forma que te expongas. O sea. ¿Crees en Dios o no? 

Si la respuesta es: Si, yo creo en Dios. ¿Entonces, quién te puede atacar? 

Estaremos igual a Jesús en el desierto. Dando la imagen de un desprotegido pero es una imagen falsa. El mismo diablo creía que el Mesías vendría haciendo guerra y destruyendo naciones, al verlo con túnica, sin escudo y sin ángeles guardianes, se llevó la imagen de un triunfo fácil. Pero… ¿Cómo atacar a alguien que cree? 

No hay forma, ese día el diablo lo supo. 

Ese día nosotros lo aprendimos. 

Si creo en Dios, las tentaciones desaparecen porque es imposible tentar a un hombre con un plato de comida, cuando este hombre sabe que tiene mejor alimento y sólo tiene que pedirlo para tenerlo. 

Aunque cuando se está seguro de lo que creemos, el diablo no se elimina. 

Pero… ¿Quién dijo que el objetivo de nosotros es eliminar al diablo?

313

Anterior                              Siguiente