Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Es que se puede ver a Jesús flotar sobre el campo de fútbol. El fariseo tiene el balón, lo mueve de un lado a otro y de pronto tres  de sus hombres se lanzan hacia al frente en un ataque frontal. Jesús desde arriba ve el vacío de su defensa y es por ahí donde entra en un contraataque tan fuerte y eficaz que aún después de dos mil años seguimos escuchando sobre un partido normal para Jesús, pero que en su momento el fariseo catalogó de clásico con ventaja para la casa. 

No sabía el fariseito, que Jesús venía con servicio de satélite e información elevada, accesible solamente para los que creen. 

“Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad.” 

¿Si ven? 

Jesús lo contraataca con lo mismo con que es atacado. Desde luego no está siendo atacado. Jesús ve estos “ataques” como debilidades de la defensa farisea. 

El fariseo abre su puerta para atacar sin tener idea que es por esa misma puerta por donde se le tentará. 


El fariseo empieza a hablar de limpieza cuando su casa está que rebosa de mugre. El va a darse cuenta que su pocilga ha sido descubierta y entonces ya su ataque se habrá perdido y solo quedará en el recuerdo la débil defensa que tenía. Me temo que va a perder por goleada. 

40 y 41 ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros. 

Traducción al instante: Bautícense. ¿Recuerdan a Juan el Bautista? El dijo: entrega la túnica, crean y yo los bautizo, raza de víboras. 

Palabras más, palabras menos, pero el Bautista te insultaba. O mejor dicho te decía la verdad. El cuento es que Jesús aquí lo vuelve a decir.

316

Anterior                              Siguiente